Somos los que creamos y creamos -y creemos- lo que somos.
Si durante toda la vida nos estamos quejando de la mala suerte que tenemos, de las puñaladas que nos dan los amigos, de lo poco que ganamos en el trabajo..., no nos extrañemos luego si tenemos mala suerte, nos dan puñaladas o ganamos poco.
¿Por qué un presidente del gobierno miente descaradamente diciendo que la economía va bien cuando es notable que va peor y sustituye la palabra crisis por desaceleración?
Por ese mismo motivo: hay que mantener elevada la moral para salir adelante de un problema.
Si el que más manda reconoce que la cosa no funciona, todo se derrumbaría con estrépito y a nadie le quedarían ganas de luchar. Y nuestro destino, si es que queremos ser hombres libres, es luchar. Hasta el fin de nuestros días. Y luchar más cuanto peor parezca la situación.
Por eso debemos comportarnos con nuestro inconsciente, con nuestro cuerpo entero, como si fuéramos el presidente del gobierno dirigiéndose a sus gobernados: debemos convencernos a nosotros mismos de que podemos hacerlo -sea lo que sea-; entre otras cosas, porque si no partimos de la suposición de que de verdad podemos, estamos autocondenándonos al fracaso desde el primer momento.
Una historieta humorística, en el mejor espíritu de Nasrudin, expresa lo que nos sucede tan a menudo en la vida...
Se cuenta que un indio que había sido educado en una ciudad del Este de los EE.UU. fue reclamado por los miembros de su antigua tribu al morir su anciano jefe, puesto que él era, aunque lejano, su último pariente vivo y el único con derecho a liderarlos en la reserva donde vivían.
Movido por la curiosidad, el indio "occidental" viajó hasta la reserva dispuesto a ponerse el tocado de plumas y reencontrarse con sus orígenes ancestrales, aunque fuera temporalmente.
Hubo una gran fiesta cuando llegó y aceptó el cargo oficialmente, pero sus problemas comenzaron de inmediato cuando le plantearon la primera pregunta que debía responder como nuevo jefe:
- ¿El próximo invierno será frío o templado?
Todos los jefes que le habían precedido, por su propio rango, tenían capacidad para conectar con el Gran Manitú y preguntárselo en un retiro personal en la Naturaleza. Luego comunicaban la respuesta a los demás indios.
Confundido, el jefe "occidental" prometió ponerse en contacto con Manitú durante su retiro personal pero, como no sabía cómo hacerlo pues nadie se lo había enseñado, aprovechó el momento de soledad en el campo para utilizar su teléfono móvil y llamar a la Agencia de Meteorología para preguntar por las previsiones. Allí le contestaron que era pronto para saberlo, pero esperaban que el invierno fuera tan frío como de costumbre.
Volvió el jefe a su tribu sin saber muy bien qué decir y recomendó a los demás indios que recogieran leña, por lo que pudiera pasar, ya que Manitú no había sido muy explícito en sus comunicaciones. Así que los indios se pusieron a recogerla.
Al cabo de unos días, e inquieto por la suerte de la tribu ya que no sabía si habían recogido leña suficiente, volvió a llamar a la Agencia de Meteorología aprovechando una pausa para fumar la pipa. De nuevo preguntó si tenían alguna información más concreta sobre cómo iba a ser el invierno. El encargado le contestó:
- Pues parece que va a ser bastante frío este año, después de todo.
Alarmado, el jefe dijo haber tenido una visión con el Gran Manitú, que le había advertido, ahora con bastante claridad, de la fuerte bajada de las temperaturas. La tribu redobló sus esfuerzos a la hora de recoger y almacenar leña.
Poco más tarde, el jefe insistió una vez más al teléfono de la Agencia de Meteorología, sólo para asegurarse. Le respondieron que estaban ya convencidos de que sí, de que iba a ser un invierno bastante duro, de los que marcan récords, y seguramente muy largo.
Agradeció la información y a continuación reunió a la tribu para avisarles:
- Hermanos. Esta noche he tenido un sueño profético. El Gran Manitú me ha dicho que el próximo invierno va a ser brutal. Coged todo lo que podáis encontrar para quemar porque lo vamos a necesitar.
Preocupados ya por tanto aviso, los indios almacenaban no sólo las ramas corrientes sino todo tipo de madera: desde troncos de árboles caídos hasta muebles viejos abandonados por los blancos..., e incluso la maleza suelta.
A estas alturas, el jefe estaba seriamente preocupado por toda la tribu pues nunca había pasado un invierno en aquella reserva y además en sus características tiendas, y no sabía si serían capaces de soportarlo, si es que se cumplían las previsiones meteorológicas.
Rumiando el asunto como una auténtica obsesión, aún quiso llamar una última vez para confirmar lo que se les venía encima y le preguntó al encargado:
- Por favor: es muy importante para mí. ¿Está usted completamente seguro de que este invierno va a ser tan terrible?
Y el otro le contestó:
- No le quepa la menor duda. Si es usted nuevo por aquí igual no se da cuenta, pero le aseguro que el que viene va a ser sin duda uno de los más crudos desde que tenemos registros históricos.
- Perdone que se lo pregunte pero... ¿Cómo puede estar usted tan seguro?
- ¡Porque los indios están como locos: nunca habían recogido tanta leña en tan poco tiempo!
Moraleja: ¿Tiene usted miedo al futuro? ¿a ser marcado con un verichip? ¿a ser invadido por extraterrestres con escamas? ¿al colapso del sistema financiero? ¿a sufrir un apocaliptico Ragnarök a la vuelta de la esquina?
Si tiene miedo a que esas posibilidades se hagan realidad, ya se han hecho realidad dentro de usted.
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(P.D.: Recuerde y nunca más olvide que usted es inmortal)
Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/herrkoch.php/2008/05/11/p163824#more163824
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