martes, 5 de mayo de 2009

No "Va a pasar", Está Pasando Ya!


¿Ha hecho usted testamento?

La Walkyria puede aparecérsenos en cualquier momento: nadie le garantiza que vaya usted a morir en su cama tras una larga decadencia como un anciano venerable rodeado de su amante familia y, sobre todo, con tiempo para las despedidas.
No, la bala que le tumbará en la delgada línea roja puede llegar en cualquier momento en cualquier lugar. Puede incluso que haya sido disparada ya y no lo sepa usted todavía.
Y la redacción del testamento es un trámite breve, no caro, que ahorra muchos problemas a los que se quedan aquí.
Sin embargo, es una de esas cosas que seguro que nunca le han preocupado (o, mejor, no le han querido preocupar) si no tiene usted una edad avanzada o una enfermedad crónica y/o peligrosa. Seguramente, porque aún sigue viendo a la Walkyria como a un enemigo, porque se ha creído esas historias para asustar a los niños que se cuentan sobre ella y sobre lo que hay o no hay tras ella (créame: hay).
Así le sucede a muchas personas: saben que su destino es ineludible, exactamente el mismo que los millones que nos precedieron y los millones que nos sucederán, y sin embargo lo van dejando hasta que un día ella les "sorprende".

Hay una bellísima canción inglesa de eras antiguas que desearía alguien entonara el día de mi adiós y que habla de ello.
No la transcribiré entera, sino sólo algunas frases: As I walked out one morning in May (Un día de mayo que caminaba yo) / The birds did sing and the lambs did play (en el que los pájaros cantaban y los corderos jugaban) / I met an old man by the way (encontré un anciano en mi camino) / (...) "My name is Death, cannot you see? (Mi nombre es Muerte, ¿no lo ves?) / Lords, dukes, and ladies bow down to me (Señores, duques y damas se arrodillan ante mí) / And you are one of those branches three (y tú eres uno de esos tres tipos de personas) / And you fair maid must come with me" (y tú, hermosa dama, debes venir conmigo) / (...) "I'll give you gold and jewels so rare (Te daré oro y joyas muy valiosas) / I'll give you costly robes to wear (te daré caros trajes para que te vistas con ellos) / I'll give you all my wealth in store (te daré toda la riqueza que poseo) / If you'll let me live a few years more" (si me dejas vivir unos pocos años más) / (...) Your time is come and you must away (tu tiempo ha llegado y debes marchar) / And not long after this fair maid died (Y poco después esta hermosa dama murió) / Write on her tomb this was inscribed (Y en su tumba fue escrito lo siguiente) / "Here lies a poor distressed maid ("Aquí yace una pobre y apenada doncella") / "Whom Death so cruelly she was betrayed" ("a quien la Muerte tan cruelmente traicionó").

Leído en frío y sin conocer su melodía puede parecer morbosa, pero puedo atestiguar que se trata de una de las canciones más hermosas que nunca he escuchado (y usted sabe que me gusta mucho la música).
La versión más popular fuera del Reino Unido es quizá la que grabó John Renbourn con su grupo en 1977.
Más arriba he reproducido la portada del disco. Escúchela si puede... No obstante, lo que me interesaba de todo esto no es la canción en sí, sino la inevitabilidad de algunas circunstancias que sabemos terminarán por alcanzarnos (y cuya importancia conocemos) y a las que no damos importancia pues seguimos viviendo como si no fueran a ocurrir nunca. O como si no nos importara que sucediera (cuando sí nos importa, y mucho). Es el caso de la llegada de la Walkyria, por ejemplo.

U otro caso del que hemos hablado largo y tendido en la historia de este blog: la constitución de una Dictadura Mundial de corte especialmente totalitario que se lleva gestando desde hace bastante tiempo pero que gracias al desarrollo tecnológico ha avanzado de forma espectacular durante los últimos años.

Esa Dictadura dividirá el mundo en dos. En una parte, la "afortunada", quedarán los países hoy considerados como desarrollados (incluyendo Europa, natürlich) y tal vez otros que en este momento no estén considerados como tales pero que convenga incluir en el lote. En estos países, la población será obligada a vivir su vida de acuerdo con los estándares fijados por la Administración Mundial dedicando la mitad de su tiempo a trabajar (en lo que se le diga..., y olvídese de trabajos creativos) y la otra mitad a consumir (lo que se le ofrezca y nada más). Estará totalmente prohibido bajo fuertes castigos (fuertes de verdad) salirse de las pautas establecidas, tratar de innovar o plantear contradicciones e intentar comportarse como un ser humano de verdad. Ya no le digo el hecho de pensar... Y lo peor es que los esclavos que vivan en esta zona estarán autoconvencidos de que viven realmente una Edad de Oro de la Humanidad.

En la otra parte del mundo, la más grande, será el caos y un holocausto de verdad. El Apocalipsis, por utilizar esa palabra tan famosa, aunque a mí personalmente no me gusta como definición.

Ocupémonos de la primera parte, porque es donde estará lo que hoy llamamos Europa. Para controlar a los ciudadanos, se aplicarán diversas técnicas la más simple de las cuales es la degradación educativa. Ya se está aplicando, de hecho, desde hace varios decenios. Resulta asombroso el nivel de analfabetismo intelectual y pobreza de espíritu que "mis amigos" han conseguido implantar de esta manera en los jóvenes occidentales contemporáneos: ésos a los que los triunfantes (y tendenciosos) medios de comunicación masivos califican con frases tan rimbombantes como falsas del estilo "se trata de la generación mejor preparada de la Historia", cuando lo cierto es que personalmente nunca he visto jóvenes con menos empuje y más ignorantes (el exceso de información, usted lo sabe, es aún peor que su ausencia) del mundo que les rodea.

Otro de los métodos "estrella" para el control es tan viejo como avasallador de la intimidad (otro concepto que gracias a los programas basura de eso que llaman telerrealidad está desapareciendo del acervo común: ¿nunca se ha fijado en la frivolidad y la facilidad con la que cualquier persona revela sus datos personales al planeta entero en cuanto tiene una cámara de televisión delante?) y se basa en el espionaje puro y duro de todo el mundo a través de la intervención gratuita de sus conversaciones telefónicas o el tráfico de datos por cable. ¿Se acuerda de cuando hablábamos de las medidas de este tipo impuestas por Estados Unidos y el Reino Unido contra sus propios ciudadanos? No hace tanto tiempo, ¿verdad? Y algún iluso opinaba que esas cosas no pasarían más que en los países anglosajones...

Pues bien, también están pasando en el resto de países europeos, incluyendo Alemania y España en los últimos meses y, esta misma semana, Suecia, donde el Parlamento (o mejor dicho: los diputados al servicio del gobierno sueco actual) han aprobado por sólo 5 votos a favor una nueva ley que permitirá al ministerio de Defensa intervenir cualquier comunicación privada y personal de un ciudadano, con acceso prácticamente ilimitado a los mensajes de texto por teléfono móvil, los correos electrónicos y demás formas de comunicación. Como de costumbre en estos casos, la Gran-Excusa-por-excelencia-que-todo-lo-justifica es el terrorismo y la seguridad del país. Algunas empresas como la operadora Telia Sonera o incluso el todopoderoso servidor de moda, Google, han denunciado que la ley sueca (¿No decían que Suecia era una especie de paraíso social?) "va más lejos que ninguna otra en Europa". Y sabemos que se han aprobado ya varias de este estilo. Pero, fíjese: nadie protesta en serio contra esto.

Si una ley de este tipo se implanta en Rusia o en China o en Irán o en Corea del Norte..., nuestros (tendenciosos) medios de comunicación masivos se llenan de páginas o imágenes o sonidos denunciando los "atentados a la democracia" de tal o cual "régimen" y la "falta de libertad" de sus respectivos "pueblos". Pero como ese avance del totalitarismo se produce aquí, ¡aquí, entre nosotros!, simplemente se trata de mirar hacia otro lado. De no armar mucho ruido para no despertar al embrutecido ciudadano común occidental, que está lo bastante borracho de fútbol, sucesos bestiales, sexo adulterado, escándalos de fantoches televisivos y teatrillo político diverso como para darse cuenta de cómo va perdiendo, cada día que pasa, centímetro a centímetro, sus derechos y sus (¿las tuvo realmente alguna vez?) libertades. Naturalmente, en ningún momento hay que recordarle que podría deshacer todo eso si fuera capaz de abrir los ojos ya y dar un puñetazo en la mesa, rebelarse y tomar el mando. Hay que dejarle dormir... Shhh...

Ahora todavía es tiempo de evitar eso. De evitar que se generalice el control hasta en las compras, como ese supermercado de Ahold que ha anunciado en Holanda la puesta en marcha del primer pago a través de la lectura de la huella digital del comprador (paso intermedio hacia la imposición del Verychip en el interior de nuestro cuerpo). Es tiempo..., pero para ello deberíamos usted y yo ser capaces de sacudir y despertar a toda la Humanidad, o a la mayor parte de ella al menos, la suficiente para plantar cara a cuanto está ocurriendo en este mismo momento. Insisto: no hablamos de algo que sucederá en un futuro más o menos próximo sino de lo que ocurre ya, ahora mismo. Sin embargo, mire en su entorno: el panorama es bastante desolador. ¿Todavía no le han recomendado que vaya a un psiquiatra a que le examinen sus "paranoias" y sus "manías persecutorias"?

Un día, ese mismo ciudadano que hoy se burla de estas ideas suyas se levantará de la cama y la Dictadura Mundial estará ya plenamente operativa. Quizás entonces despierte y diga: "un momento..., ¿qué ha pasado aquí? ¿cómo hemos llegado a esto? vamos a cambiar las cosas". Pero ya no podrá. ¿Recuerda la fábula de la liebre y la tortuga? La liebre no podrá decir: "alguien me la jugó, exijo que se repita la carrera". Porque el tiempo se acabó. No hay posibilidad de dar vuelta atrás. Ni un minuto más. Fin de los noventa minutos..., y sin prórroga.

...So cruelly she was betrayed.
Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/herrkoch.php/2008/06/20/p173522#more173522

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